Contemplación
En estos últimos días, he leído una serie de “posts” y comentarios adicionales que una mujer evidentemente bella y sumamente inteligente generó gracias a su post inicial que habla sobre “El placer de la contemplación”. Y precisamente eso es algo que yo aseguro de lo cual todos gozamos un poco, o un mucho; o como leí también por ahí, todos tenemos algo de “voyeristas”. Y es completamente cierto.
Pregúntome yo: ¿quién no se ha parado a contemplar una pintura, un vitral en una catedral, una estatua, un edificio enorme, una puesta de sol, las fumarolas del Popocatépetl, una mujer caminar y acercarse o alejarse, un auto reluciente y brillante de nuevo, un grillo, una obra de vialidad, un reloj Ku-kú marcando la hora exacta, una rueda de la fortuna, una máquina en plena producción, un maratón, el repicar de unas campanas, un desfile, un perfume suave, una cabellera suelta, bailando al compás del viento, una ambulancia en plena prisa, el aterrizaje o el despegue de un avión, la estela que deja un jet al cruzar el cielo, un arco iris…?
Y como esta bella mujer dice (y transcribo textualmente): ”Este tipo de placer es tan benévolo que “llena” con solo mirar e imaginar, pero me refiero más al tono absorto sublime, así también se puede destilar una gran cantidad de amor y placer. Hay quienes afirman que este tipo de placer es altamente egoísta, pero yo opino que es más bien meditativo intenso”.
Que mejor tipo de descripción que esta. La belleza de la contemplación está precisamente en que el tiempo se detiene, en que la belleza de estas pequeños detalles radica precisamente en eso, en que no es necesaria la excentricidad, la ostentosidad de nada, simplemente es algo que llena por completo uno o varios sentidos a la vez, y que definitivamente no puede pasar desapercibido en nuestras vidas. Y lo mejor de todo: es gratis.
Alguien que precisamente “contempla” y “medita” sobre alguna de estas “simplezas” con relativa frecuencia, es alguien que invariablemente tiene un alto nivel de conocimiento sobre las cosas que verdaderamente valen la pena en esta vida, pero sobre todo, un alto grado de conocimiento sobre si mismo, las cosas que importan, y las cosas que le alimentan a uno el alma.
Invito a quien lea este pequeño post a fijarse un poco mas en lo menos importante, y a perder un poco el interés en lo brillante del oro o de la posición social. Definitivamente, existen cosas “menos” importantes, pero que a la larga, son las que marcan la personalidad y el destino de cada uno.